Me presento, soy Demelsa Rosell. Si me pidieran un titular sobre mi experiencia en Gambia (África) sería "la travesía entre diversidad de colores y la belleza de la humildad". Un título metafórico porque describir este pequeño país con tantos escenarios y poder expresar con palabras a través de mi experiencia siempre se quedaría corto.
Todo empezó hace doce años viendo un documental, me enamoré, aunque siempre me llamó la atención desde bien pequeña, ahí comenzó esa idea por describirlo de alguna manera...Después a un sueño y de ese sueño tan esperado al fruto, gracias a una persona, Flores. Siempre le daré las gracias por ayudarme a hacer realidad eso que tanto deseaba, formar parte de la asociación África Increíble e ir a Gambia. Poder olerla, caminar sobre ella, observar, impregnarme de esa diversidad de culturas, etnias, esa manera de vivir tan diferente a la nuestra, tan humana, tan pura, tan bella, llena de pequeños rostros que te dibujan sonrisas y reflejan inocencia, dónde la gente brilla por su fortaleza, valentía, ganas de avanzar...¡Como sea! De hacer lo imposible por dar un mundo mejor a los suyos, por la familia, aunque tengan que estar lejos, y desgraciadamente para ellos, la supervivencia está a la orden del día.
Me removieron todo tipo de sentimientos y emociones en el transcurso del viaje, lloré, reí, bailé, canté, jugué, comí su comida...aprendí tantas cosas...
Me sentí tan libre, vulnerable, con una cobertura llena de felicidad y plenitud que aquí nunca había sentido.
Sare Futa, tú eres la"mayúsculas" del viaje. Tu gente, tu magia, tu humildad, tu gentileza, tu cultura.
Recordaré toda mi vida ese gran recibimiento que nos regalasteis, mientras llegábamos de Banjul, después de muchas horas en camioneta a altas temperaturas y cansadas.
A lo lejos ya os veíamos, niños corriendo, felices detrás de nosotras, nos íbamos acercando...¡eran ellos!!! Toda la aldea estaba allí para recibirnos, lleno de cazuelas y haciendo ritmo con ellas, bailes, cantos, sonrisas, esperanza, abrazos, alegría, sentimientos, un estado de shock de emociones...¡Algo indescriptible! El cansancio del viaje se nos pasó en cuestión de segundos.
Al llegar, después de esa gran acogida me quedé anonadada al ver la aldea, parcelas preciosas con casitas, humildes pero acogedoras. Llegamos al destino, aparcamos el coche y los niños, todos ayudando a descargar paquetes que eran más grandes que su cuerpo, eran tan gentiles....y la vi! Nuestra casa, la típica africana, redonda con el techo de caña. En este caso eran dos en los laterales e unidas a una entrada, y una salida que daba a la parte de atrás con nuestra fuente de agua, la cocina, etc. Allí no hay electricidad, la poca electricidad que hay se alimenta con luz solar y la comida se hace al fuego literalmente. Nos habían construido un lavabo en la parte del "jardín", (no os imaginéis que son como los de aquí) todo era perfecto, me encantó y ese fue nuestro lugar durante la estancia en nuestra querida aldea. Allí venía y salía gente a saludarnos a todas horas y darnos los buenos días cada día. -Jarama! la primera palabra que aprendí. Nos juntábamos normalmente al anochecer y hablábamos, yo no entendía nada y lo entendía todo o casi todo. Éramos una gran familia, y nos traían comida cada día, buenísima, lo poco que tenían siempre lo compartían e intenté aprender a comer como ellos, pero tuve que acudir a la cuchara. Aún alucino la agilidad en la manera de comer que tienen con las manos sin caerse ni un grano de arroz.
Dormí bajo un manto lleno de estrellas y esa magia no la cambiaría por nada. Mi despertador era la primera oración del día junto con el rebuzno de los burros. Nos esperaba a las chicas un día intenso, en poco tiempo había que hacer y acabar fases del proyecto, el proyecto de nuestra asociación, el que todos habéis colaborado para llevarlo a cabo, todo por la felicidad de ellos! Porque todos tenemos derecho a una vida digna, porque por desgracia este mundo está dividido en tantas clases sociales que es abrumador, porque ellos son víctimas del sistema mundial, colonias que los esclavizó y que a día de hoy están pagando e intentando superarse pero para eso necesitan nuestro empujón, y que por ello la asociación África Increíble hizo posible y como colaboradora me siento orgullosa de formar parte de ello.
Esa escuela se pudo hacer realidad, aunque aún estamos en proceso de acabarla y por eso hay otro capítulo que necesito expresar...La escuela de Sare Futa.
Aunque todos los días allí son dignos de nombrar, la jornada empezaba, teníamos mil ideas por ejecutar, para los niños era un día muy especial, y sobre todo para nosotras. Empezamos por descargar las pizarras, material escolar, globos, pinturas...de todo. Era nuevo para mí, una escuela con tantos niños deseando un día divertido y muy productivo para ellos y para nosotras. Le repartimos a cada uno su material escolar, decoramos clases con muchos colores, muchos globos, y ¡¡esas caras...!! ¡¡Como brillaban sus ojos!!!
Nos separamos en grupos y cada grupo se encargaba de una clase. La clase de los globos (fue súper divertido). La clase de "pintar caritas", que por turnos esperaban recibir ese cosquilleo de diversión y color a pincel dibujados encima de esa ilusión. Y la última clase, otras dos compañeras que dejaron y crearon una pizarra única y especial que por fin los profesores podrían enseñar a través de ella. Después una gincana repartidos por cuatro equipos y los ganadores se llevaban un regalo.
Por la tarde tocaba la chocolatada, hacer fuego y dos ollas enormes para repartir a estos pequeños, el momento de repartir fue de postal, todos en fila esperando su turno. ¡Que rico estaba..! Ver como relamían los vasos....Y nos dió para otra tanda. ¡Se podía repetir! Los niños estaban eufóricos! Que bonita sensación.
Se nos hizo de noche, volvíamos todos cogidos de la mano, esos pequeños veían en plena oscuridad y nos iban guiando. Eran tan cariñosos, bondadosos...pura inocencia, y lo espabilados que son!
Realmente viví dentro de un cuento lleno de preciosas vivencias que quiero que se vuelva a repetir y no poner la palabra FIN. Porque hay más capítulos que escribir, más que ayudar y aportarles a ellos, y ellos a nosotros, por eso es tan importante unir fuerzas y con muchos granos de arroz obtener una buena paella.
La educación, comida, sanidad, es esencial para cualquier persona. Entre todos podemos hacer un mundo mejor.
Me dejo muchas cosas en el tintero como navegar en esa barquita por el "river Gambia". Fue todo un espectáculo. La brisa, calma, paz y de golpe, la boca de un hipopótamo se asoma a pocos metros de la barca, minutos después cocodrilos, monos...Para ellos todo eso es normal, viven en su hábitat, en libertad, que bonita palabra....es naturaleza virgen río a dentro.
Són tantas cosas por contar que todo esto se me hará pequeño por relatar. Pero una de los momentos vividos en la aldea en pleno campo fue la fiesta que nos prepararon la gente de Sare Futa, situada dónde está la escuela. Nos pararon yendo para allí. No teníamos idea de nada y de golpe nos paran, nos empiezan a vestir, nos pusieron collares, tobilleras, pulseras, nos hicieron camisas tipo túnicas típicas de allí con muchos colores, "pompones" y claveles, todo hecho a mano. ¡Era una odisea de sensaciones..."un sorpresón"! Y ya preparadas y bien animadas nos dirigimos a un círculo humano y allí hubo otro regalo cultural, una tradición ancestral, dónde disfruté y reí mucho, también pasé un poquito de miedo. En el centro del círculo había un hombre vestido de rojo bailando a aspavientos con dos cuchillos curvados enormes en cada mano, dónde los hacía chocar con un gran chirrido y se acercaba a la gente. Lógicamente no era peligroso. Son ritos de iniciación sobre los jóvenes circuncidados, o eso tengo entendido. Pasamos una a una por su alrededor bailando y dando saltitos. Acabó siendo una gran fiesta, toda la aldea bailando. De los más mayores a los más pequeños. ¡Que como bailan, eso es de otro mundo!!!
También recuerdo con exactitud esos mercados a los que fuimos a "pie de suelo" dónde podías encontrar cualquier cosa. Cuánta gente, un espectáculo teñido de color humano. Que de colores, que diversidad de collares, artesanía, y que telas...¡Era una locura muy despampanante!
Conocer las raíces profundas de su sociedad fue una sorpresa muy gratificante.
Gambia, te he paseado por muchos lugares, te he observado, me he impregnado de tu cultura, tu gente, tus paisajes llenos de esos baobabs que te hacen sentir como una hormiguilla y puedo decir que sois esos grandes valientes, que vuestros pequeños son dignos de mencionar porque son nuestra lección. Te he andado por ciudades dónde hay civilización, zonas turísticas con hoteles de lujo y su playa preciosa con mojito en mano, tu río, hasta la más humilde aldea y me quedo en mi querida Sare Futa. Dónde te hemos cuidado, nos hemos cuidado y seguiremos haciendo.
Sólo quiero concienciar a mi generación y futuras generaciones con todo esto, que aunque uno lo sepa, hasta que no lo vive...lo siente...no es capaz realmente de valorar lo que tenemos...¡Porque tenemos mucho! Y ellos siempre tendrán una sonrisa amable para ti, siempre te darán lo poco que tienen, siempre te darán hospitalidad, un "siempre" muy extenso....
Nuestra asociación le da el apoyo y ayuda pero os aseguramos que nosotros al vivir esto recibimos mucho más.
Gracias por hacerme volar, gracias por hacerme tan feliz en vuestra tierra, gracias por hacerme sentir una más, por dejaros cuidar y cuidarnos, por empapar sangre con sangre.
Aunque quede mucho por hacer, vosotros sois nuestra razón para luchar, gracias Gambia por todo. Que sepas que deseo volverte a ver y me has llenado de nostalgia al escribir estas palabras. Mis más sentidos agradecimientos a la Asociación África Increíble por vivir esta experiencia. Hasta pronto África.